lunes, 18 de octubre de 2010

SCHUBERT: DER ERLKÖNIG (El rey de los elfos)

La interpretación de esta cima indiscutible del género Lied constituye una verdadera prueba de fuego tanto para los cantantes como para los pianistas; el teclado se ve obligado a mantener constantemente un ritmo implacable en 4/4 que sugiere la agobiante cabalgada de los protagonistas en la fría noche y provoca una continua sensación de zozobra; la voz ha de interpretar a cuatro personajes (por eso podría considerarse que esta canción tiene algo de ópera en miniatura): al narrador y a los tres protagonistas, que son, por orden de intervención, el padre, el hijo y el rey de los elfos (los elfos son seres de la mitología nórdica y germánica a los que se atribuía poderes mágicos, tanto benignos como malignos).

El poema de Goethe contiene todos los ingredientes típicos del Romanticismo: la noche, el paisaje, el viaje, la soledad, la dolencia física como trasunto del naufragio anímico, la alucinación y la muerte. En un final perfectamente ambiguo el lector es libre de interpretar que el niño delira abrumado por la fiebre y la enfermedad mortal o que realmente su alma ha sido raptada por un ser maligno. El ostinato del piano mantiene su redoble hasta que de repente queda en suspenso para crearnos con su silencio una desazón aún mayor: en ese momento se detiene la música y la voz recita lúgubremente el ominoso final, subrayado por dos secos acordes conclusivos.

En el texto bilingüe que se reproduce a continuación las intervenciones del padre y del hijo van introducidas por guiones y la del rey de los elfos por el signo > , mientras que los párrafos sin signo inicial corresponden al narrador.

SCHUBERT: ERLKÖNIG (GOETHE)

Wer reitet so spät durch Nacht und Wind?
Es ist der Vater mit seinem Kind;
Er hat den Knaben wohl in dem Arm,
Er faßt ihn sicher, er hält ihn warm.

-Mein Sohn, was birgst du so bang dein Gesicht?

-Siehst, Vater, du den Erlkönig nicht?
Den Erlenkönig mit Kron und Schweif?

-Mein Sohn, es ist ein Nebelstreif.

>Du liebes Kind, komm, geh mit mir!
Gar schöne Spiele spiel ich mit dir;
Manch bunte Blumen sind an dem Strand,
Meine Mutter hat manch gülden Gewand.
-Mein Vater, mein Vater, und hörest du nicht,
Was Erlenkönig mir verspricht?

-Sei ruhig, bleibe ruhig, mein Kind:
In dürren Blättern säuselt der Wind.

>Willst, feiner Knabe, du mit mir gehn?
Meine Töchter sollen dich warten schön;
Meine Töchter führen den nächtlichen Reihn
Und wiegen und tanzen und singen dich ein.

-Mein Vater, mein Vater, und siehst du nicht dort
Erlkönigs Töchter am düstern Ort?

-Mein Sohn, mein Sohn, ich seh es genau:
Es scheinen die alten Weiden so grau.

>Ich liebe dich, mich reizt deine schöne Gestalt;
Und bist du nicht willig, so brauch ich Gewalt.

-Mein Vater, mein Vater, jetzt faßt er mich an!
Erlkönig hat mir ein Leids getan!

Dem Vater grauset's, er reitet geschwind,
Er hält in Armen das ächzende Kind,
Erreicht den Hof mit Müh' und Not:
In seinen Armen das Kind war tot.

EL REY DE LOS ELFOS
¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Es un padre con su hijo,
lo lleva seguro y caliente,
al resguardo de su regazo fiel.

- Hijo mío ¿por qué escondes tu asustado rostro?

- ¿Es el Rey de los Elfos, oh padre, tú no lo ves?
¿El Rey de los Elfos con su corona y manto?

-¡Son alucinaciones hijo, que la niebla te hace ver!

>¡Oh lindo niño, anda, ven conmigo!
Verás que juegos alegres te enseñaré.
¡Y qué flores tan extrañas florecen en mi orilla,
con las que mi madre hace dorados ramilletes!

- Padre mío, padre mío, ¿no oyes tú las promesas
con las que el rey de los Elfos pretende atraerme?

- No hagas caso, hijo mío es la fronda seca del árido
bosque, agitada por el cierzo.

> Lindo niño, ¿no quieres venir a mi palacio?
Te aguardan mis hermosas hijas en la entrada.
Cada una, en la noche, arrullará tu sueño.
y sabrán entretejer sus danzas y cantos,

- Padre mío, padre mío, ¿no ves allá en la sombra,
resplandecer las bellas hijas del monarca?

- Hijo mío, no hagas caso, es la difusa espesura,
lo veo bien y no hay nada más.

>Niño hermoso, amo tu belleza divina;
si no vienes por las buenas, emplearé la fuerza.

- Padre mío, padre mío, ¡mira cómo me aferra!
me lastiman sus manos. ¡Defiéndeme padre!

Atemorizado el padre clava las espuelas a su caballo,
aprieta contra su pecho al lloroso niño,
por fin llega al portal de su casona.
Mira, y en sus brazos el niño está muerto.



2 comentarios:

  1. ¿Pero y este Fischer Dieskau joven y gordito de dónde sale?. ¡Qué maestría ya desde chico!

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  2. Admirable la versión de Ian Bostridge. Voz y piano. Gracias

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