Esta cantata de iglesia tiene su origen en una cantata anterior de tema profano, concretamente nupcial. Con mucha frecuencia Bach, para completar a tiempo las numerosas obras litúrgicas que tenía que componer en Leipzig, adaptaba temas musicales utilizados en composiciones suyas anteriores, pero lo hacía con tanta pericia técnica (cambiando el acompañamiento instrumental y los matices, además de, lógicamente, el texto, que tenía que ser religioso) que la versión sacra solía encajar bastante bien en su nuevo contexto.
En este caso los acentos rítmicos de la orquesta delatan claramente el carácter danzante de la pieza, que resulta más adecuado para una boda que para esa especie de "aviso para pecadores" que podemos leer abajo.
La versión recrea con mucha imaginación un ensayo en los tiempos de Bach: como a las mujeres no se les permitía cantar en los templos (su presencia en el Coro se consideraba pecaminosa), la protagonista se camufla tras los niños suplantando al pequeño que está enfermo de la garganta, pero al director y compositor (el propio Bach) no le pasa inadvertida la inesperada calidad vocal que surge de sus filas y descubre el pastel. Al final todo resulta ser una especie de fantasía soñada. Tiene su gracia y, sobre todo, tiene la suprema calidad interpretativa de Magdalena Kozena y la nobleza perenne de la música de Bach.
Kommt, ihr angefochtnen Sünder,
Venid, pecadores impenitentes,
Eilt und lauft, ihr Adamskinder,
daos prisa, hijos de Adán,
Euer Heiland ruft und schreit!
¡Vuestro Salvador llama y grita!
Kommet, ihr verirrten Schafe,
Venid, ovejas descarriadas,
Stehet auf vom Sündenschlafe,
Salid de vuestro sueño de pecado,
Denn itzt ist die Gnadenzeit!
Ahora es el tiempo de la Gracia!