domingo, 24 de septiembre de 2023

Berlioz: Los Troyanos, Coro y dúo de amor (subtitulado).

Joyce Didonato, Brandon Jovanovich, Alain Altinoglu, Viena 2018.



Con libreto del propio Berlioz, la ópera “Los troyanos” está basada en la gran epopeya romana “La Eneida” de Virgilio, una de las cumbres de la poesía épica universal. El dúo pertenece al Acto IV y nos presenta el encuentro amoroso entre la reina de Cartago, Dido, que rige los destinos de su pueblo tras la muerte de su marido, y Eneas, príncipe troyano que, tras escapar de la destrucción de Troya junto con algunos de los suyos y sobrevivir a una terrible tempestad, ha sido generosamente acogido por la reina en su palacio.

Nathaniel Dance-Holland: Eneas, acogido por la reina Dido, le relata sus terribles adversidades
ante la expectación de todos los presentes. El hechizo amoroso se inicia en ella a través del oído.

El texto de Berlioz, inspirado en un breve diálogo de “El mercader de Venecia”, sitúa la escena en un contexto de alusiones mitológicas. En medio de la noche estrellada, con los astros-deidades como testigos reiteradamente invocados, los enamorados asumen la unión amorosa que están a punto de consumar como un acto inscrito en la noche de los tiempos, que, al ser un episodio más de una serie de uniones míticas insignes (entre las que se cuenta la de la propia madre de Eneas, la diosa Venus, con el padre de este, Anquises), no pertenece a la esfera de sus respectivas voluntades y deseos, sino al destino.

Ese desplazamiento de la iniciativa personal al ámbito de la predestinación conviene a ambos personajes por motivos muy diferentes: a la reina de Cartago porque atenúa el yerro de su entrega a un príncipe extranjero con el que ni siquiera está prometida; a Eneas, porque le exime de una falta que aún no se ha producido pero que él tiene asumida en su fuero interno: el abandono furtivo de su amante para partir hacia Italia en cumplimiento de un destino mucho más trascendente que el que le ha llevado al tálamo regio.

Pierre Lacour: Dido y Eneas en la cueva en la que tiene lugar su unión amorosa

Pompeo Batoni: Eneas abandona a Dido

La orquestación es flotante, soñadora, con figuras ondulantes que contribuyen a sumergirnos en la embriaguez de la noche y a suspendernos en el aire y en el tiempo. Una suspensión temporal que queda quebrantada por la llegada de un factor externo que rompe el hechizo para recordarle a Eneas la misión que le aguarda, la de fundar a orillas del Tíber una nueva estirpe que dominará el orbe, anunciada por Mercurio con imperiosa voz: “Italie! Italie!”.

Joseph Stallaert: Dido, en el lecho de muerte, señala el mar por el que Eneas ha partido con su flota


Agradezco a Carmen Torreblanca López su valiosa colaboración en la traducción de la letra.

Traducción: José Armenta.

Gluck: "¡Desgraciada Ifigenia!" (de "Iphigénie en Tauride"). Stéphanie d'Oustrac (versión I), Susan Graham (versión II)

  
                                  




Las grandes óperas reformistas compuestas por Gluck durante su estancia en París (1774–1779) fueron determinantes en la evolución histórica del género; en ellas el compositor, siguiendo los planteamientos que había formulado en Viena en 1769, se propone mantener el principio rector de que la música debe estar al servicio del drama, renovando a fondo la función de las arias, los coros y la orquesta y descartando, por un lado, cuanto encontraba de artificioso y superfluo en el estilo italiano, y, por otro, lo que había de rigidez académica en la tradición francesa. En especial “Orphée et Eurydice” y “Alceste” (ambas profundamente reelaboradas y trasvasadas al idioma galo a partir de las antiguas versiones en italiano del propio Gluck) y, sobre todo, “Iphigénie en Tauride”, consiguen evocar de forma insuperable la grandeza solemne de las tragedias griegas, a las que dotan de una singular fuerza dramática. 

Ifigenia y su hermano Orestes pertenecen a uno de los linajes más trágicos de la mitología griega, los atridas, cuya saga está íntimamente vinculada a la ciudad-estado de Micenas y a la guerra de Troya. Recordemos que los hermanos Agamenón y Menelao, hijos de Atreo, estaban casados con las hermanas Clitemnestra y Helena y fueron los caudillos principales de la expedición a Troya para vengar el rapto de Helena por el príncipe troyano Paris. Agamenón es el padre de Orestes, Electra, Crisótemis e Ifigenia, y en su expedición naval a Troya se ve impelido a sacrificar a esta última para aplacar la animadversión de la diosa Artemisa. A su regreso será asesinado por su mujer y el amante de esta, Egisto. Su hijo Orestes, al llegar a la mayoría de edad, tras consultar el oráculo de Apolo decide, inducido por su hermana Electra, vengar el crimen matando a su madre, y a causa de esta acción es perseguido sin descanso por las terribles Erinias (o Furias). 


Orestes perseguido por las Furias, de William-Adolphe Bouguereau

De modo que el encuentro de los hermanos en la tierra de los tauros, recreado con gran talento por el libretista francés Nicolas-François Guillard a partir de una tragedia de Eurípides del mismo título, está fatalmente marcado por las sombras ominosas del pasado. Orestes ignora que Ifigenia había sido salvada del sacrificio en el último momento por la propia diosa Artemisa, a cuyo servicio ha quedado consagrada, y ella está convencida de que Orestes no ha sobrevivido a la destrucción de su patria. La acción tiene lugar en un escenario salvaje para los griegos, la costa del Mar Negro (la actual Crimea), poblado por los bárbaros escitas. 


Escena del sacrificio de Ifigenia, salvada en el último momento por la diosa Artemisa, que la sustituye por un cervatillo. 
El cuadro se atribuye a la escuela del pintor napolitano del S. XVIII Fedele Fischetti. 

 “Ô malheureuse Iphigénie!” es en realidad una adaptación de un aria anterior de Gluck titulada “Se mai senti spirarti sul volto”, perteneciente a su ópera, “La clemenza de Tito”. La nueva versión, plenamente lograda, modifica a fondo la estructura y la orquestación para ajustarse a las pautas musicales de la reforma propugnada por el compositor, y está ubicada al final del segundo acto, cuando la heroína se entera del terrible destino de los suyos y entona un expresivo lamento acompañada del coro de muchachas que la asisten en las ceremonias religiosas. Sobre un “basso ostinato” de cuatro notas se introduce una sublime melodía de oboe que en seguida da paso a la voz femenina, cuyas inflexiones nos transmiten, en palabras de Massimo Mila, “la exacta expresión del dolor o de la emoción por medio de un sesgo melódico dotado de una singular ternura”. 

 Hay una diferencia considerable entre las dos versiones en el aspecto escénico y en la intervención del coro: este resulta bastante apagado en la primera versión, mientras que en la segunda se atiene más a lo indicado en la partitura, alcanzando la trascendencia propia de los coros de tragedia griegos: las voces de las muchachas refuerzan el dramatismo de la escena uniendo sus lamentos al dolor de Ifigenia (cuyo nombre en griego, Ίφιγένεια, significa ‘mujer de fuerte estirpe’), un personaje dibujado por Guillard y Gluck con gran dignidad y nobleza en medio de su terrible desconsuelo.


Agradezco a Carmen Torreblanca su colaboración.


 Traducción del texto del aria: José Armenta 







Haendel. Aria 'Se vago rio' (Aminta e Fillide). Shakèd Bar, Les Arts Florissants, William Christie.


HAENDEL: Aria “Se vago rio” de la cantata pastoril “Aminta e Fillide”, compuesta en Italia y reutilizada posteriormente por el compositor en la ópera “Rinaldo” como dúo, con el título “Il vostro maggio”. Shakèd Bar (soprano); Les Arts Florissants, William Christie. Castell de Peralada.

AMINTA Se vago rio Si un bello río Fra sassi frange rompe entre las rocas L’amato argento, sus aguas de plata, Al fin contento contento al fin Posa nel mare. reposa en el mar. Ma il ciglio mio, En cambio mis ojos, Che sempre piange, siempre afligidos, Non trova seno no hallan un regazo Che ponga freno que ofrezca alivio Al suo penare. a su penar.

Haendel: "He gave them hailstones for rain" (Israel en Egipto) subt. Václav Luks, Collegium 1704



 Esta escena del Oratorio “Israel en Egipto”, de Haendel, titulada "Les mandó granizo en lugar de lluvia", describe la plaga de granizo y fuego lanzada por Yahvé sobre Egipto (Éxodo 9, 23-24. Salmos 105:32) y es uno de los coros más impresionantes de este compositor.


Haendel: Theodora, Coro final "O Love Divine" subtitulado. Coro y O. del Trinity Wall St., Avi Stein


 

Haendel: Coro “O Love Divine” del Oratorio “Theodora”. Libreto de Thomas Morell. The Choir of Trinity Wall Street, Trinity Baroque Orchestra. Director, Avi Stein. Theodora es el penúltimo oratorio de Haendel, compuesto cuando tenía 63 años y estaba empezando a quedarse ciego. El compositor lo consideraba uno de sus mejores trabajos, pero su acogida quedó muy lejos del éxito obtenido por sus obras anteriores de tema sacro. El coro final es uno de los momentos más profundos y bellos de la obra: después de que los protagonistas, Teodora y Dídimo, hayan expresado en un dúo anterior su disposición a aceptar con serenidad y alegría la condena a muerte por no abjurar de su fe, el grupo de cristianos que los acompaña ruega al cielo que les conceda el mismo fervor (“equal fire and equal zeal”) que anima a estos a afrontar el martirio. El tono pausado, en mezzopiano, de los primeros versos progresa a un crescendo y un vibrante giro a modo mayor en las palabras “That we the glorious spring…”, para retornar después a la suave claridad inicial y desembocar en un respetuoso silencio (sin las “ovaciones precoces” que tanto abundan por estos lares) tras los compases finales. Traducción: José Armenta

Haendel: Dúo 'As steals the morn' subtitulado. Rosa Mannion, John Mark Ainsley.


Este dúo es una de las páginas más conocidas de Haendel y pertenece a la obra “L’allegro, il penseroso ed il moderato”, una especie de oda pastoral de contenido filosófico que el compositor, dotado de una poderosa vena teatral, concibió en forma dramatizada, pese a que no tiene verdaderos personajes, ni conflicto, ni argumento propiamente dicho: los protagonistas son los tres “humores” o temperamentos mencionados en el título: El alegre, el meditativo o melancólico y el moderado. La obra se estrenó en Londres en 1740.

Las dos primeras partes del libreto están basadas en sendos poemas de Milton con los mismos títulos, adaptados en forma dialogada por James Harris. Muchos especialistas opinan que esos dos primeros humores reflejan los dos extremos del carácter de Haendel, que oscilaba entre la euforia y la melancolía, entre el polo extravertido y el introvertido. El caso es que, una vez compuestas esas dos partes, Haendel acordó con su amigo Charles Jennens añadir una tercera que sirviera de término medio y síntesis entre los dos caracteres opuestos, “Il moderato”. Y así queda plasmado en este dúo con el que prácticamente concluye la obra (le sigue el coro final), que expresa la conciliación de los dos temperamentos mediante un texto que contrapone la incertidumbre "penserosa" de la noche a la alegre claridad del día, y una música que irradia a un tiempo optimismo y una especie de serena introspección.

Ese tercer acto es obra íntegra de Jennes, pero para el dúo final se basó directamente en unos versos que Shakespeare había puesto en boca de Próspero, el protagonista de “La tempestad”. Los reproducimos aquí:

The charm dissolves apace,
And as the morning steals upon the night,
Melting the darkness, so their rising senses
Begin to chase the ignorant fumes that mantle
Their clearer reason.
(The Tempest V: 1 64-68).
La idea de que, del mismo modo que la mañana se impone a la noche, la Verdad y la Razón triunfan sobre las trampas de la fantasía y las nieblas del pensamiento, puede parecernos muy propia del siglo de las luces, pero ya la había enunciado Shakespeare a principios del siglo anterior.
En YouTube pueden escucharse muchas versiones excelentes de este dúo, en especial, para nuestro gusto, las dos que están cantadas por la soprano Amanda Forsythe. Pero creemos que ninguna supera a la que traemos aquí en la parte del tenor, John Mark Ainsley, uno de los más grandes intérpretes de Haendel de las últimas décadas. Aquí dejamos el enlace a otro de sus grandes registros fonográficos, el del aria “Waft her, angels, through the skies” del oratorio “Jephta”.   

El vídeo muestra imágenes del Londres moderno, un paseo que arranca justo cuando el alba empieza a imponerse a la noche. Los protagonistas, amorosos y vestidos de gala, caminan solitarios por las orillas del Támesis y se cruzan luego con hileras de ciudadanos que van al trabajo. El encanto del recorrido, en nuestra opinión, radica más en la belleza de la música y en la magnífica interpretación de los dos cantantes que en el trabajo visual del realizador.

As steals the morn upon the night - Como el alba desplaza con sigilo
And melts the shades away - a la noche, y disipa sus tinieblas,
So Truth does Fancy’s charm dissolve - disuelve la Verdad dulces quimeras
And rising Reason puts to flight - y la Razón que asciende pone en fuga
The fumes that did the mind involve - las brumas que ofuscaban la conciencia
Restoring intellectual day. - al restaurar la lucidez del día.
Traducción: José Armenta