domingo, 24 de septiembre de 2023

Gluck: "¡Desgraciada Ifigenia!" (de "Iphigénie en Tauride"). Stéphanie d'Oustrac (versión I), Susan Graham (versión II)

  
                                  




Las grandes óperas reformistas compuestas por Gluck durante su estancia en París (1774–1779) fueron determinantes en la evolución histórica del género; en ellas el compositor, siguiendo los planteamientos que había formulado en Viena en 1769, se propone mantener el principio rector de que la música debe estar al servicio del drama, renovando a fondo la función de las arias, los coros y la orquesta y descartando, por un lado, cuanto encontraba de artificioso y superfluo en el estilo italiano, y, por otro, lo que había de rigidez académica en la tradición francesa. En especial “Orphée et Eurydice” y “Alceste” (ambas profundamente reelaboradas y trasvasadas al idioma galo a partir de las antiguas versiones en italiano del propio Gluck) y, sobre todo, “Iphigénie en Tauride”, consiguen evocar de forma insuperable la grandeza solemne de las tragedias griegas, a las que dotan de una singular fuerza dramática. 

Ifigenia y su hermano Orestes pertenecen a uno de los linajes más trágicos de la mitología griega, los atridas, cuya saga está íntimamente vinculada a la ciudad-estado de Micenas y a la guerra de Troya. Recordemos que los hermanos Agamenón y Menelao, hijos de Atreo, estaban casados con las hermanas Clitemnestra y Helena y fueron los caudillos principales de la expedición a Troya para vengar el rapto de Helena por el príncipe troyano Paris. Agamenón es el padre de Orestes, Electra, Crisótemis e Ifigenia, y en su expedición naval a Troya se ve impelido a sacrificar a esta última para aplacar la animadversión de la diosa Artemisa. A su regreso será asesinado por su mujer y el amante de esta, Egisto. Su hijo Orestes, al llegar a la mayoría de edad, tras consultar el oráculo de Apolo decide, inducido por su hermana Electra, vengar el crimen matando a su madre, y a causa de esta acción es perseguido sin descanso por las terribles Erinias (o Furias). 


Orestes perseguido por las Furias, de William-Adolphe Bouguereau

De modo que el encuentro de los hermanos en la tierra de los tauros, recreado con gran talento por el libretista francés Nicolas-François Guillard a partir de una tragedia de Eurípides del mismo título, está fatalmente marcado por las sombras ominosas del pasado. Orestes ignora que Ifigenia había sido salvada del sacrificio en el último momento por la propia diosa Artemisa, a cuyo servicio ha quedado consagrada, y ella está convencida de que Orestes no ha sobrevivido a la destrucción de su patria. La acción tiene lugar en un escenario salvaje para los griegos, la costa del Mar Negro (la actual Crimea), poblado por los bárbaros escitas. 


Escena del sacrificio de Ifigenia, salvada en el último momento por la diosa Artemisa, que la sustituye por un cervatillo. 
El cuadro se atribuye a la escuela del pintor napolitano del S. XVIII Fedele Fischetti. 

 “Ô malheureuse Iphigénie!” es en realidad una adaptación de un aria anterior de Gluck titulada “Se mai senti spirarti sul volto”, perteneciente a su ópera, “La clemenza de Tito”. La nueva versión, plenamente lograda, modifica a fondo la estructura y la orquestación para ajustarse a las pautas musicales de la reforma propugnada por el compositor, y está ubicada al final del segundo acto, cuando la heroína se entera del terrible destino de los suyos y entona un expresivo lamento acompañada del coro de muchachas que la asisten en las ceremonias religiosas. Sobre un “basso ostinato” de cuatro notas se introduce una sublime melodía de oboe que en seguida da paso a la voz femenina, cuyas inflexiones nos transmiten, en palabras de Massimo Mila, “la exacta expresión del dolor o de la emoción por medio de un sesgo melódico dotado de una singular ternura”. 

 Hay una diferencia considerable entre las dos versiones en el aspecto escénico y en la intervención del coro: este resulta bastante apagado en la primera versión, mientras que en la segunda se atiene más a lo indicado en la partitura, alcanzando la trascendencia propia de los coros de tragedia griegos: las voces de las muchachas refuerzan el dramatismo de la escena uniendo sus lamentos al dolor de Ifigenia (cuyo nombre en griego, Ίφιγένεια, significa ‘mujer de fuerte estirpe’), un personaje dibujado por Guillard y Gluck con gran dignidad y nobleza en medio de su terrible desconsuelo.


Agradezco a Carmen Torreblanca su colaboración.


 Traducción del texto del aria: José Armenta 







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