miércoles, 13 de septiembre de 2023

Henri Duparc: "Sérénade" (serenata). Gerald Finley, Julius Drake.


 El compositor francés Henri Duparc (1848-1933) es un caso único en la Historia de la Música: con tan sólo 17 “mélodies” figura como uno de los más grandes autores de este género. Aparte de algunas piezas pianísticas y de cámara compuestas en su juventud, se dedicó principalmente a la música vocal, pero su entrega se vio mermada por numerosas crisis nerviosas que terminaron por apartarlo de la creación artística a los 38 años; en 1916 se quedó ciego. Todas estas calamidades las sobrellevó con una gran serenidad gracias a su profunda fe religiosa.

Duparc es uno de los compositores más autoexigentes que hayan existido, pues destruyó buena parte de sus creaciones sin llegar a publicarlas. En una carta a su amigo Jean Cras, también compositor, afirmaba: “El artista que está contento consigo mismo y que no eleva la mirada más allá de lo que puede realizar, no merece para mí el nombre de artista. (…) Su obra será mala si la compara con aquello que ha soñado”. Pasó buena parte de su vida componiendo una ópera, “Roussalka”, que finalmente prefirió destruir. Esta “Sérénade” se cuenta entre las obras de juventud desechadas por su riguroso filtro selectivo. Bien es verdad que los versos de Gabriel Marc están lejos del nivel literario de los poemas de Baudelaire, Gautier o Lahor que el compositor escogerá posteriormente, pero el encanto de la música lo eleva por encima de su calidad intrínseca. El acompañamiento pianístico está formado por una sucesión de arpegios ascendentes con un balanceo rítmico en 6/8, que sólo se detiene en el penúltimo verso para dar un mayor protagonismo a las palabras del cantante, retomando en el tramo final su seductora cantinela. Traducción del poema: Carmen Torreblanca y José Armenta

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