De los muchos frutos sobresalientes surgidos de la admiración de Fauré por la poesía de Verlaine (“Clair de lune”, “Mandoline”, “Green” y un largo etcétera) quizás sea “En sourdine” el más logrado, por la especial dificultad de trasladar a los pentagramas la atmósfera de sensualidad indolente y vaporosa que tan sutilmente sabía sugerir el poeta.
Transcribimos aquí el poema original y una traducción:
En sourdine (Paul Verlaine)
Calmes dans le demi-jour
Que les branches hautes font,
Pénétrons bien notre amour
De ce silence profond.
Fondons nos âmes, nos cœurs
Et nos sens extasiés,
Parmi les vagues langueurs
Des pins et des arbousiers.
Ferme tes yeux à demi,
Croise tes bras sur ton sein,
Et de ton cœur dormi
Chasse à jamais tout dessein.
Laissons-nous persuader
Au souffle berceur et doux,
Qui vient à tes pieds rider
Les ondes de gazon roux.
Et quand, solennel, le soir
Des chênes noirs tombera,
Voix de notre désespoir,
Le rossignol chantera.
En sordina
Tranquilos en la penumbra
que las altas ramas forman
penetremos nuestro amor
de este silencio profundo,
fundiendo en las languideces
de los pinos y madroños
nuestras almas, corazones
y sentidos extasiados.
Entorna los ojos, cruza
los brazos sobre tu seno
y extirpa de tu aplacado
corazón todo deseo.
Dejemos que nos seduzca
el dulce arrullo del aire
que a tus pies viene a rizar
las ondas del césped rojo.
Y cuando el solemne ocaso
caiga de los negros robles,
voz de nuestro desaliento,
el ruiseñor cantará.
Traducción de Carmen Torreblanca y José Armenta
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