sábado, 29 de junio de 2024

Schubert: Im Freien (“Al aire libre“) D880. Subtitulado. Samuel Hasselhorn, Takako Miyazaki


 Traducción de Susana Weber Barón y Mateo Jarnés.

La profunda identificación de Schubert con la naturaleza, que está presente en muchas de sus mejores obras, se percibe plenamente en este Lied, cuya partitura lleva la indicación “mit Innigkeit”, es decir, con un sentimiento de intimidad. El acompañamiento pianístico, formado por un flujo continuo de semicorcheas (ocho por compás), tiene un encanto casi autónomo que nos recuerda a los mejores impromptus del compositor. Sobre él se despliega una radiante línea melódica que desde los primeros compases nos contagia el júbilo de deambular al aire libre bajo la noche estrellada. A diferencia de las canciones que sólo un año después conformarán la inmersión en la soledad y el desamparo del “Viaje de invierno”, esta caminata nocturna es un paseo por un entorno familiar y acogedor, poblado de saludos y señales de afecto; el musicólogo Gilles Cantagrel lo describe como “una serenata ferviente a la amistad”. El autor del poema, Johann Gabriel Seidl, que no habría pasado a la historia de no ser por su relación amistosa y artística con Schubert, tiene el honor de haber inspirado algunos de sus más bellos Lieder: “Der Wanderer an der Mond”, “Die Taubenpost” (ambos publicados en esta misma página), “Wiegenlied“ D867, “Sehnsucht” D879 y “Das Zügenglöcklein”, entre otros. Aunque su musa poética queda muy por debajo de la genialidad del compositor, el resultado final es que los versos y las notas confluyen y brillan sin posibilidad de separarlos: ese es el ensalmo de las buenas canciones.

Schubert: Der Zwerg (“El enano”) D.771 con subtítulos. Manuel Walser, Jonathan Ware.


 Traducción de Uta Weber y Susana Weber Barón.

Un impresionante poema de Matthäus von Collin elevado a cotas extraordinarias por la música de Schubert: en medio del mar solitario aparece una embarcación en la que viajan una reina y su bufón, “el enano”. Enseguida se nos describe la actitud fatalista de ella ante la inminencia de su muerte, que ha visto anunciada en las estrellas y que acepta mansamente. Su ejecutor va a ser el enano, que la ama y la aborrece por haberse prometido con un rey. La serena resignación con que la reina deja que el hilo fatídico rodee su cuello contrasta con la amargura de él mientras se dispone a estrangular a la que es objeto supremo de su veneración. En unas pocas estrofas se entremezclan el rencor, la ternura, la ira y la exaltación amorosa, junto con una actitud casi maternal de la reina cuando le dice a su verdugo “espero que mi muerte no te cause dolor”. En los versos finales coincide la inmersión final de ella en el agua con la descripción del ardiente deseo masculino en un intenso clímax musical. Para cerrar el terrible cuadro, se anuncia el eterno vagar de la embarcación, que no volverá a tocar costa alguna. El motivo típicamente romántico de la vinculación entre el amor y la muerte alcanza en esta obra maestra un tono especialmente sombrío, casi siniestro, a lo que se añade un marcado carácter dramático que le exige al intérprete una enorme ductilidad para dar voz al narrador y a los dos personajes, y a la vez expresar la compleja gama de emociones que hemos señalado. Recomendamos comparar esta excelente interpretación de Manuel Walser con alguna versión en voz femenina de las muchas que se pueden encontrar en YouTube, como la de Jessye Norman (en audio) o la de Waltraud Meier (en directo).

J. S. Bach: Pasión S. Mateo, Aria “Erbarme dich“ subtitulada. Delphine Galou, Diego Fasolis


 Traducción del texto: Susana Weber Barón
“Y en ese instante cantó el gallo. Entonces Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: ‘Antes de que cante el gallo me negarás tres veces’. Y salió, y lloró amargamente.” Son las palabras del Evangelista que preceden a este sublime acto de contrición, para el que es preferible no buscar adjetivos. Aunque el personaje de Pedro ha sido interpretado en las escenas anteriores por un miembro masculino del coro, Bach determina que una contralto asuma su voz en esta súplica, trasladando así la culpa y la petición de perdón a todos los presentes: “Señor, ten piedad de mí”. Hasta 17 veces oímos el ruego: “Erbarme dich”. La directora de orquesta Jane Glover, especialista en música barroca y clásica, que considera esta aria el punto culminante de toda la obra, la describe así: “todos lloramos con Pedro, y los motivos van más allá del maravilloso trazado de este dúo para voz solista y violín: esta belleza es suprema a muchos niveles, no sólo musical, no sólo dramático, sino también emocional y espiritual”. Por su parte el director teatral Peter Sellars, que ha dirigido para la Filarmónica de Berlín una versión escenificada con Simon Rattle a la batuta (pero él puntualiza que no se trata de una versión teatral, sino de un ritual) explica que “La música de La Pasión no tiene melodías cortas, sino que estas se prolongan y serpentean porque las preguntas que plantea Bach no tienen respuestas fáciles; la melodía avanza más y más y en cada retorno varía porque se trata de una respuesta larga, complicada, comprometida, que requiere volver al inicio: una música de búsqueda, de exploración, de no quedarse satisfecho, de ir más allá. Bach es más un compositor de la duda que de la afirmación, y su música es más intensa cuando describe la lucha, el conflicto interior, el desgarro íntimo.”

J. S. Bach: Pasión según S. Mateo, Aria “Können Tränen“ subtitulada.

El aria “Si las lágrimas de mis mejillas no pueden lograr nada” pertenece al episodio de la flagelación de Jesús, en la segunda parte de la Pasión según San Mateo. La solista expresa su pesadumbre y ofrece su corazón como cáliz para recoger la sangre de Cristo. La voz establece un diálogo con las figuras repetitivas de las cuerdas, que, según muchos especialistas, evocan el tormento de los latigazos mediante los enérgicos ataques de los arcos.

CHRISTINE RICE, JOHN NELSON

Como es sabido, los versos de las arias de La Pasión pertenecen al libretista Christian Friedrich Henrici, más conocido como Picander; en cambio las intervenciones de los llamados “coros de turba” (el pueblo presente en la acción) y las de Jesús y el Evangelista están sacadas directamente de San Mateo, mientras que los corales provienen de la rica tradición luterana. El genio de Bach combina magistralmente las tres fuentes asignándole a cada una un papel determinante: narrativo en los pasajes evangélicos, de comentario y reflexión en los corales y de introspección afectiva en las arias. Los textos de estas últimas suelen estar en primera persona y centrarse en las emociones del personaje que interviene, lo que permite al compositor recrearse en unos desarrollos musicales amplios y de gran expresividad.
Agradezco a Susana Weber Barón su valiosa ayuda en la traducción del texto.




DELPHINE GALOU, DIEGO FASOLIS

 

J. S. Bach: Pasión S. Mateo, Aria “Sehet, Jesu hat die Hand" Subtitulada. Delphine Galou, Diego Fasolis


 Tras un sombrío recitativo en el que se maldice el calvario sufrido por Jesús, esta página introduce un vivo contraste mediante la visión de Cristo redentor que desde la cruz nos extiende sus brazos, y es una de las arias más animadas de toda la Pasión, la única, por cierto, que no tiene recapitulación “da capo”, por lo que dura menos que las otras. En ella se establece un animado diálogo entre la voz solista y el coro con la adición esencial de los dos oboes, que le dan un carácter especialmente grácil a la pieza.


El músico, teólogo y médico Albert Schweitzer (premio Nobel de la Paz en 1952) la describe así: “cuando sobreviene el aria es como si un rayo de sol atravesara las nubes; el repique lúgubre (del recitativo) se detiene y las campanas de redención entonan un redoble de alegría”. Por su parte el director y gran experto en Bach John Eliot Gardiner comenta que la transformación de la sonoridad de esta aria con respecto al número anterior “refleja el cambio de la culpa al amor del que Bach, siguiendo a Lutero, extrae los principales beneficios… estas exhortaciones de la cantante y de los oboes “da caccia”, que parecen estar flotando, irradian calidez y tienen un efecto balsámico”.

viernes, 28 de junio de 2024

J. S. Bach: Pasión S. Mateo, aria “Mache dich, mein Herze, rein“ subtitulada. Peter Harvey, Ivan Fischer


 El aria “Purifícate, corazón mío” pertenece al episodio del descendimiento de la cruz, casi al final de La Pasión según San Mateo. Es una escena en la que se enlazan varias emociones: la compasión por el sufrimiento de Jesús da paso a un sentimiento más optimista por la perspectiva de la redención y de la unión con el Salvador. El sacrificio recién consumado provoca en los fieles el deseo de purificación, el desprecio de lo mundano y el anhelo de unión con la divinidad: “Apártate, mundo, deja entrar a Jesús”.

Como en muchas de las arias anteriores, Bach establece un diálogo entre la voz solista y la orquesta, a partir del cual despliega un edificio sonoro de vuelo amplio y de belleza profunda y plena. El gran director John Eliot Gardiner, que ha dirigido todo el repertorio sacro de este compositor y lo ha estudiado exhaustivamente en su libro “La música en el castillo del cielo” (Ed. Acantilado), define esta aria como “una de las más intrínsecamente consoladoras de todas las obras de Bach”. Nosotros nos atrevemos a definirla como la síntesis perfecta de lo divino y lo humano: un fascinante misterio que es a la vez glorioso, doloroso y gozoso. Agradezco a Rudi Haberkorn su valiosa ayuda en la traducción del texto.