La protagonista de esta ópera es una ondina que se ha enamorado de un príncipe y está decidida a hacerse humana para buscarlo y vivir con él, a costa de una serie de sacrificios que no culminarán en un final feliz. El argumento tiene algunas confluencias con el cuento de Andersen “La sirenita”, pero se desarrolla en el mundo de las “rusalki”, espíritus de las aguas de las leyendas de Ucrania y el sur de Rusia.
El eje argumental de la obra se
apoya en el incierto deambular de la protagonista entre dos mundos, el suyo
propio y el de los humanos, que resulta mucho más duro y cruel de lo que ella esperaba.
En esa travesía están presentes dos aspectos característicos de los cuentos populares,
la salida del núcleo familiar al mundo de los adultos y las tortuosas pruebas y dificultades que acechan a la unión amorosa. Y hay otro factor que se puede
relacionar con nuestro subconsciente, la atracción que nos despierta el mundo anfibio
del que procedemos.
En esta aria, Rusalka se dirige a la luna pidiéndole que la ayude a encontrar a su amado. El romanticismo de la escena, con la noche, la luna y el lago como marco, y el encanto envolvente de la música, con su gran fuerza evocadora y ese punto de melancolía propio de la música eslava, han convertido este número en el más conocido de la ópera y en una de las piezas favoritas del repertorio de las sopranos líricas. En esta versión se puede echar de menos la correspondiente escenografía, pero la interpretación de la cantante lituana Asmik Grigorian es tan sentida y convincente que suple con creces esa ausencia.
DE MONSTRUOS VOLADORES A ONDINAS SEDUCTORAS
Las tradiciones míticas europeas
están pobladas de espíritus de las aguas con muy diversas apariencias y
denominaciones, desde las clásicas náyades y nereidas griegas a las ondinas de las
leyendas populares, pasando por la francesa Melusina, la germánica Lorelei o las
rusalki eslavas. Aunque en algunos casos tengan nombre propio, suelen
aparecer como entidades colectivas femeninas, y su principal rasgo común es que
viven en el mundo acuático: ríos, fuentes, lagos, mares... En cambio difieren
en su comportamiento: mientras que muchas de ellas se caracterizan por su
capacidad de atraer con su canto a los hombres con intenciones generalmente
malévolas, otras (las ninfas fluviales, por ejemplo) tienen un cometido benéfico
sobre la naturaleza y la vida.
En tiempos modernos, la figura que tendemos a identificar con esos seres de aspecto seductor y querencia natural por el agua es la Sirena, que sin embargo presentaba unos rasgos muy diferentes en los antiguos relatos mitológicos de los que surgió: en la Grecia clásica las seirenes (σειρήνες) son descritas como seres monstruosos, mitad mujer y mitad ave, que desde los promontorios de las costas, normalmente en grupos de tres, atraían con su canto a los navegantes conduciéndolos hacia los escollos más peligrosos, o bien los enloquecían haciendo que se lanzaran al agua en pos de ellas, mientras que posteriormente se las ha identificado con la más extendida representación de mujeres con cola de pez que de vez en cuando se asoman con curiosidad a nuestro mundo y pueden llegar a enamorarse de un ser humano.
Aquellas temibles sirenas primigenias protagonizaron dos de los episodios más conocidos de la mitología griega: la pugna con Orfeo cuando este formaba parte de la tripulación de la nave Argo, junto con Jasón y los argonautas, y el fracasado intento de seducción de Odiseo (Ulises) cuando el héroe y sus hombres surcaban los mares en su largo viaje de retorno a Ítaca.
En el primero se enfrentan dos fuerzas musicales extraordinarias, el canto seductor de las sirenas, que ningún mortal había podido resistir nunca, y el de Orfeo, que ya había demostrado su poder frente a las fieras y las tempestades. Y es este el que se impone, salvando así a sus compañeros del pérfido maleficio que les acechaba. En esta historia, como en muchas otras, se pone de manifiesto la relación etimológica directa entre los verbos “encantar” y “cantar”.
En ambos casos está presente el mismo elemento que ya hemos comentado en el capítulo dedicado al Orfeo de Gluck: el poder de la Música para conmovernos y afectarnos hasta hacernos perder la cordura.
Enlace a una conferencia de Carlos García Gual sobre las
sirenas:
https://www.youtube.com/watch?v=Xeb1nWkEbwk
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