viernes, 10 de octubre de 2025

Schubert: Des Baches Wiegenlied (Canción de cuna del arroyo, de "La bella molinera"). Texto subtítulado. Julian Pregardien, Kristian Bezuidenhout


 

Traducción de Ángel Fernando Mayo para el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Agradezco a Víctor Pagán su inestimable colaboración. Este Lied es el broche final (nº 20) del ciclo de canciones "La bella molinera", que describe el viaje sin retorno de un joven hacia la aventura, el amor, el desengaño, la desolación y la muerte. Tras unos primeros episodios optimistas en los que la naturaleza y el sentimiento de amor correspondido predominan como tema, el ciclo se interna por un sendero de desilusión y dolor, hasta que el arroyo acaba siendo el único personaje que dialoga con el protagonista (Lied nº 19) y toma plenamente la palabra en este epílogo invitando al muchacho a internarse en sus aguas: “debes quedarte conmigo hasta que el mar beba el arroyuelo… descansa de tus alegrías, descansa de tus penas". El ciclo está compuesto a partir de un cuaderno de poemas de Wilhelm Müller, amigo del compositor y autor también del poemario que dará pie poco después al "Viaje de invierno" (Winterreise). El pianista Graham Johnson, uno de los mayores expertos en los Lieder de Schubert, señala la dura etapa personal por la que pasó el músico en el año de composición de este ciclo, 1823: gravemente enfermo, internado en un hospital y apartado durante largo tiempo de sus amigos, cayó en fases de desesperación, como puede deducirse de un poema que escribió ese mismo año titulado “mi plegaria”, en el que expresa su deseo de sumergirse en las aguas del Leteo, el río que conduce al mundo de ultratumba en la mitología griega: una imagen acuática que preludia el sentido fúnebre de esta “Canción de cuna del arroyo”. Por su parte la gran musicóloga Brigitte Massin, tras incidir en el carácter simultáneo de canción de cuna y canto fúnebre que tiene este Lied, señala la relevancia del tañido de campana sugerido por el piano, que se combina con los arpegios lentos y tranquilos del agua que fluye. Y concluye “este es el misterio schubertiano, que un Lied tan sencillo pueda revestir tanta tragedia, que el modo mayor sea tan melancólico, y que la sencillez se convierta en símbolo de una aceptación pasiva y desgarradora”. La emocionante interpretación de Julian Pregárdien y Kristian Bezuindehout, morosa, leve, casi frágil, recrea maravillosamente la reiterada invitación del arroyo a acoger y mecer en su seno al infortunado protagonista, transmitiéndonos un efecto hipnótico de melancolía infinita, como si nosotros mismos nos estuviéramos internando poco a poco en las aguas heladas de la corriente.

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