domingo, 29 de junio de 2025

Schubert-Goethe: Erlkönig (El rey de los alisos) subtitulado. Konstantin Krimmel, Ammiel Bushakevitz


 Extraído del recital que tuvo lugar en el teatro Wigmore Hall de Londres el 31 de enero de 2025 con ocasión del cumpleaños de Schubert.

Traducción de Carmen Schad revisada por Susana Weber Barón. Schubert tenía 18 años cuando compuso esta obra maestra, cuya primera versión data de 1815. En los años posteriores retocó algunos detalles para redondear la parte pianística, pero lo esencial estaba ya hecho y surgió de un arrebato repentino de inspiración, si hemos de creer a algunas fuentes de su época. Para muchos especialistas, constituye la piedra fundacional del Lied romántico junto con “Margarita en la rueca” (Gretchen am Spinnrade), compuesta el año anterior. Suele destacarse el equilibrio admirable entre la unidad del conjunto y la riqueza y variedad de las partes. La cohesión viene dada principalmente por el “ostinato” pianístico, que marca de forma constante y a la vez flexible el carácter del Lied, su tono sombrío y su ritmo apremiante, sugiriendo con la figura repetitiva de la mano izquierda el galope del caballo y la urgencia creciente del viaje hasta la detención final, ese instante en que la música queda en suspenso y la voz recita con lúgubre lentitud el último verso, rematado por dos secos acordes conclusivos. La parte cantada tiene un desarrollo casi teatral a través de las cuatro voces que entran en juego, cada una con su propia personalidad y evolución dramática: la del narrador, distante al principio, ominosa en la estrofa final; la del hijo, cada vez más aterrorizada; la del padre, que trata de transmitir tranquilidad; y la del rey de los alisos (o, como señalan algunos, la propia muerte), seductora, sinuosa, finalmente siniestra. El poema de Goethe reúne varios de los elementos esenciales del Romanticismo: el crepúsculo, el viaje en medio de la naturaleza, lo sobrenatural, el padecimiento físico y anímico, la alucinación y la muerte. De estos elementos se nutre la desazonante ambigüedad del relato, que puede estar aludiendo al delirio febril de un niño gravemente enfermo, pero alienta la sospecha de que su alma ha sido realmente arrebatada por un ser maligno. La interpretación de esta cima indiscutible del género constituye tanto para los cantantes como para los pianistas una verdadera prueba de fuego que Konstantin Krimmel y Ammiel Bushakevitz superan con sobresaliente. Desde el teclado se ha de mantener una tensión rítmica implacable que transmita una continua sensación de zozobra, mientras que la voz tiene que interpretar con gran ductilidad y amplitud de registro a los cuatro personajes mencionados arriba, cada uno con sus rasgos vocales y dramáticos propios. Nosotros hemos intentado facilitar el seguimiento del texto diferenciando gráficamente las cuatro voces:
  • Voz del narrador: letra de color blanco
  • Voz del hijo: letra en amarillo
  • Voz del padre: en amarillo y cursiva
  • Voz del rey de los alisos: letra blanca en cursiva
Agradezco a Susana Weber Barón su inestimable ayuda.

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