SONIDOS EN EL TIEMPO (Antiguo "Música Armenta"). Este blog surgió como página de información y enlaces para los alumnos del I.E.S. Vistazul, que me ayudaron a crearlo y le pusieron su primer nombre.
Ahora que me he jubilado puede ser el momento oportuno para iniciar una nueva etapa.
Es recomendable elegir una de las secciones que aparecen debajo de este texto, para evitar la mezcla de géneros y épocas del blog.
Carolyn Sampson, Robert King. Violonchelo: Jonathan Cohen. The King's Consort
En este movimiento de la “Oda a Santa Cecilia”, después de su larga y expresiva introducción de violonchelo encontramos un primer verso que todo aficionado a la música firmaría: “¿Qué pasión hay que la música no pueda despertar y apaciguar?”. El poema lo escribió John Dryden, conocido escritor británico que colaboró con Haendel en varias ocasiones. A continuación aclaramos algunos términos relacionados con el texto:
Santa Cecilia: Mártir cristiana de origen romano que por razones no aclaradas llegó a convertirse en patrona de la Música. Su festividad, y la de los músicos, se celebra el 22 de Noviembre. Es la destinataria de numerosos himnos y odas, sobre todo por parte de los compositores barrocos (Henry Purcell le dedicó cuatro).
Jubal: Según el libro del Génesis, era “el padre de todos los que tocan el arpa y la flauta” (Gn. 4.21). Se cree que el nombre está emparentado con la palabra hebrea “Yobhel”, originalmente “cuerno de carnero” y “trompeta”, de donde sale “jubileo”, una palabra que posteriormente se asociará con la latina “iubilum”. Las menciones que se le hacen a Jubal en el Antiguo Testamento son escasas y el personaje carece de la entidad de las grandes figuras musicales de la mitología griega (Apolo, Orfeo, las Musas, Dionisos, Anfión, Pan…), pero sabemos que en los festejos y ceremonias de los judíos la música tenía un papel destacado.
“Corded Shell”: literalmente, “caparazón (o concha) encordado”. Aquí Dryden alude al origen mítico de la lira, mezclando la tradición bíblica con la clásica: en esta última, el dios Hermes inventó ese instrumento a partir del caparazón vacío de una tortuga al que incorporó unas cuerdas tensadas de distinta longitud. El caparazón actuaba como caja de resonancia. Este sistema, el de extender unas cuerdas sobre una cavidad resonante y tensarlas utilizando unos soportes laterales (que a menudo solían tener forma de cuernos) o un mástil central, ha sido el punto de partida de casi todos los instrumentos de cuerda, tanto los que se pulsan manualmente (lira, arpa, cítara, laúd, guitarra, vihuela…) como los que se tocan con un arco (violas, violín, violonchelo, rabel…).
En el antiguo testamento hay una mención poética a este instrumento cuando se nos cuenta que los judíos, abatidos por su larga cautividad en Babilonia, perdieron la inspiración y el interés por la música y dejaron las liras colgadas de unos sauces. Antonio Gala utilizó esa imagen como título de una obra teatral. Al margen de la historia de Jubal, lo que preside este movimiento es la expresión de las emociones anunciada en el primer verso. Y para llevarnos a ellas, a Haendel le basta con una voz, un violonchelo y su inmenso genio como compositor.
Aunque el título de este célebre oratorio de Haendel induce a relacionarlo con la Navidad, en realidad abarca episodios muy diferentes del Antiguo y el Nuevo Testamento. El número que traemos aquí corresponde a dos fragmentos diferentes del libro del profeta Isaías, los versículos 60:2 y 9:2.
Está formado por un largo recitativo y un aria (que empieza en el minuto 02:10) muy ligados en cuanto al significado y la atmósfera musical, pese a que los textos respectivos están extraídos de distintos capítulos.
La habilidad dramática de Haendel se recrea en marcar los contrastes de las imágenes contenidas en los versículos: el tono sombrío de las palabras “oscuridad”, “sombra” y “muerte” se contrapone a las inflexiones luminosas de “surgirá”, “luz”, “gloria” y “esplendor”, sin que se pierda en ningún momento la unidad y la rigurosa cohesión del conjunto.
Grabación en vivo en la Nicolaïkerk (Iglesia de S. Nicolás) de Utrecht en 2017. La versión completa puede verse en este enlace: • Messiah - G.F. Handel
Una interpretación ideal para los que no aprecian el timbre de contratenor, muy usual en este repertorio.
Este número impresionante describe la plaga de granizo y fuego lanzada por Yahvé sobre Egipto (Éxodo 9, 23-24. Salmos 105:32). Los primeros compases orquestales sugieren el inicio de la tormenta, un goteo lento que enseguida se acelera e incrementa su intensidad hasta desembocar en una gran tempestad que nos deja abrumados en poco más de dos minutos.
DE CANTO TENTADOR A CANCIÓN DE CUNA: El aria “duerme, querido mío”, perteneciente a la segunda de las seis cantatas que componen el Oratorio de Navidad, está extraída y adaptada de una obra anterior del compositor, la cantata profana BWV 213 “Hércules en la encrucijada”, en la que el héroe griego tiene que optar entre la lujuria y la virtud, representadas por sendas féminas que exponen musicalmente sus argumentos. Es llamativo que precisamente fuera la invitación al placer pecaminoso, y no a la virtud, la que posteriormente se convertiría en este número destacado del oratorio de Navidad, una preciosa canción de cuna de la Virgen María a su hijo.
Las adaptaciones alegóricas de los mitos clásicos eran frecuentes en la época barroca y tenían una clara intención moralizante, por lo que es fácil adivinar el desenlace del dilema de Hércules: la representante del placer, pese a contar con un aria tan bella y seductora como esta, fracasa en su intento de arrastrar al héroe a una gozosa perdición.
Hay varios números más de esa y otras cantatas profanas reutilizados en el Oratorio de Navidad. Lógicamente el autor del libreto (no se sabe con seguridad quién fue) tuvo que introducir modificaciones importantes en el texto; por ejemplo, el 2º verso, que decía “sigue la atracción de tus ardientes pensamientos” se convierte en un cristiano “vela por nuestro bien”. Además el compositor introdujo cambios relevantes en la orquestación, otorgando a la flauta la función de doblar la línea vocal de la contralto, lo que aumenta el carácter bucólico del aria. En cualquier caso, el encanto cautivador de la pieza (esa larga primera sílaba que parece estar convocándonos y llevándonos a los brazos del sueño… o a los del placer) es el mismo en las dos obras.
Coro de la Radio Suiza, Orquesta I Barocchisti y Orquesta Barroca de Sevilla. Director: Diego Fasolis.
Grabación realizada en la Iglesia de Sta. Mª de los Ángeles, Lugano (Suiza), con frescos de la Pasión pintados por Bernardino Luini en torno a 1530.
Enlace a la 1ª parte del oratorio: • Johann Sebastian Bach: Matthäus Passion BW...
Enlace a la 2ª parte del oratorio: • Johann Sebastian Bach: Matthäus Passion BW...
Este es el número conclusivo de la Pasión según San Mateo, monumental como corresponde a la grandeza de esta obra, con todas las voces e instrumentos congregados. El coro canta al unísono en los primeros y últimos versos, pero se desdobla para la llamada al reposo, “Ruhe sanfte”, invocado con suave insistencia para Jesucristo tras su agonía y muerte, y, tras él, para toda la humanidad.
En unas pocas frases se reúnen las diferentes emociones que se han desarrollado a lo largo del oratorio: el sufrimiento, la compasión, el deseo de paz para el alma, el júbilo por la redención de Cristo. Todas están maravillosamente recogidas en la música, que parece desprender a la vez dolor y alegría, ternura y zozobra. Pero, por encima de todo está la sensación de fortaleza inagotable que siempre percibimos en la obra del cantor de Leipzig.
Hallándose Jesús en Betania, se le acercó una mujer y vertió sobre su cabeza un valioso ungüento, provocando el reproche de los discípulos, quienes consideraban que habría sido mejor venderlo para ayudar a los pobres; entonces Jesús la defendió diciendo que había sido una buena acción porque “a los pobres los tendréis con vosotros todo el tiempo, pero a mí no siempre me tendréis”.
Estamos en los comienzos de la gran Pasión. Tras este texto declamado por el Evangelista interviene por primera vez en la obra la contralto con un recitativo y el aria que traemos aquí, en los que expresa el deseo de que sus lágrimas le sirvan a Jesús de bálsamo en la hora de su muerte.